martes, 30 de junio de 2009

Eivissa

San Francisco, Katmandú, Goa, Amsterdam e Ibiza configuraban, entonces, la ruta obligatoria para unos personajes variopintos, llenos de una nueva alegría de vivir, personalidad y belleza interna. Locos inadaptados buscando otra alternativa de vida. Aprendiendo a sobrevivir, casi sin dinero, en marcos auténticos donde poder recuperar folklores, costumbres y estéticas del pasado y recomponer así sus sentiemientos rotos como protesta y revulsivo a un progreso erróneo. Nadie llevaba reloj, no se leían periódicos ni se veía la televisión. Nadie conocía el apellido de nadie. Nadie aspiraba a ser rico, poderoso o popular. Nadie vestía convencionalmente. Todos hacían de su inmadurez un estandarte y llenos de la especial energía telúrica de esta maravillosa isla, deseaban fundirse con la naturaleza en su estado más primitivo.

En Ibiza vivía una legión cosmopolita que, como Peter Pan, se negaba a aceptar la madurez. Profesando una inconsciente e infinita fe en el presente, como si aquel elitista y fantasioso sistema de vida, que configuraba la última utopía del siglo XX, se pudiese haber mantenido eternamente.
Era la explosión del amor libre y los alucinógenos, un momento de efervescencia para unas ovejas negras que consumían respetuosamente las drogas y los cuerpos como si fueran sacramentos. Personalidades con mentalidad libre experimentando con las posibilidades del cuerpo y el cerebro.

Ibiza debe un monumento a aquellos hippies, que, respetándola y preservándola, la promocionaron internacionalmente y una denuncia a los egoístas que los expulsaron y convirtieron, sin visión de futuro, gran parte del litoral ibicenco en un muro de cemento que insulta al Mediterraneo.

miércoles, 24 de junio de 2009

I'm Free

El primer día del resto de tu vida comienza con un carta de despido y una suculenta cifra encima de la mesa. Muchos se tirarían de los pelos. Yo, me voy un mes (o dos) a una isla perdida en medio del Caribe, a decidir en que lugar de España empiezo el resto de mi vida.

Como ninguna de mis lectoras silenciosas me deseará suerte, ya lo hago por ellas.

Buena suerte, maldita hedonista.

lunes, 22 de junio de 2009

La hirviente Lousiana

El calor sofocante me despierta. Abro los ojos despacio y mis párpados vuelven a caer pesados. Los entreabro, veo difuso un ventilador de aspas de madera que cuelga del techo. Da vueltas sin cesar, atravesando los rayos del un Sol sentado en el atardecer. Mueve el aire y desordena cada uno de tus lunares que salieron de mi boca hace apenas unas horas. Sigo los círculos que trazan las aspas con mi dedo y voy contando vueltas. Una, dos, tres, cuatro... Una melodía se cuela por debajo de la puerta de la habitación, te imagino balanceándote en el columpio del porche con el vestido de lino a cuadros rojos y blancos. Huele a limón recién cortado, estoy segura que de un momento a otro vas a aparecer con una jarra fría de limonada recién hecha. Imagino que estamos en Kentucky. Bendita imaginación la mía. En realidad, estamos en Lousiana, en la misma donde Paul Newman y Joanne Woodward rodaron "El largo y cálido verano".

lunes, 8 de junio de 2009

Uno más uno, tres.

Llevas la barriga y los muslos salpicados de pintura de colores. Estás descalza en tu estudio, blandiendo el aire a brochazos, goteando fotos mías que has pegado en papeles de periódico. Te has recogido el pelo y algunos mechones rebeldes danzan sueltos columpíandose sobre tus hombros.

Te observo tumbada desde el futón de la esquina. Cuando no te gusta el resultado final, lanzas por el aire la pieza, regando de color todo lo pilla a su paso. Si estuvieras algo más loca diría que eres la María Elena de Allen. Aunque ella no tiene esa cicatriz en la ceja a la que yo cada día puse un nombre distinto.
Resoplas, lanzas un grito enérgico,coges aire y vuelves a empezar. Y yo, mientras, repaso cardenales, sin saber muy bien cuantos de ellos son tuyos

martes, 2 de junio de 2009

25 hours



Desde bien pequeña declaré la guerra a la razón e inicié un camino alentado por mis visceras. Realmente no me ha ido mal del todo; quizá sea verdad que algunos poseemos un instinto especial, que nos conduce, reconduce y nos guía. No lo sé. Tampoco me importa. Soy jodidamente felíz con mis suicidios cotidianos.

Sé por qué aquella señora nos hizo una foto. Tomó aquella imagen porque vistas desde fuera, parecíamos una encantadora pareja consolidada. Seguro, que mientras estábamos en aquel adorable callejón, mientras yo tomaba unas fotos a los stencils de la pared y tú me obserbavas apoyada en aquel coche, nadie imaginó que yo, casi había atravesado el país para encerrarme en un hotel contigo. Nos besamos apoyadas en el cristal de aquel viejo coche y bajamos aquella pequeña calle de adoquines, abrazadas... descartando la posibilidad de parar en cualquier bar en pro de volver a nuestra guarida. Sí, pensarían que íbamos a casa, que éramos dos chicas monas que se profesaban amor, que paseaban apacibles por las calles de la ciudad y volvian a su hogar, uno lleno de libros, de cuadros pitando por tí, de fotografías mías, con una enorme cama con mosquitera blanca y donde a la hora de la cena siempre sonaba el jazz.

También yo me he quedado con tu olor, con el lunar cercano a tu axila, con tu lengua, que ante la timidez, asoma por la comisura derecha de tus labios. Con los tirabuzones de tu nuca, con tu movimiento pausado, como el de aquel ciervo moteado que con sigilo, alza el cuello husmeando el aire en busca de su presa.
Tu respiración trás mi espalda al dormir, profunda, acompasada, guió mi sueño..., a mí, que no me gusta soñar, y sin embargo, hay días que no hago otra cosa más que decorar la nube en la que vivo, y que sí, está llena de señores que lucen un calcetín de Mafalda y que me recuerdan que 25 horas no son nada, y sin embargo en el mundo pirata, pueden ser mucho más de lo que tienen muchas personas, unidas por pares, a lo largo de su vida.

Pero, no intimemos no...
Que lo nuestro, sin duda, es follar.