martes, 2 de junio de 2009

25 hours



Desde bien pequeña declaré la guerra a la razón e inicié un camino alentado por mis visceras. Realmente no me ha ido mal del todo; quizá sea verdad que algunos poseemos un instinto especial, que nos conduce, reconduce y nos guía. No lo sé. Tampoco me importa. Soy jodidamente felíz con mis suicidios cotidianos.

Sé por qué aquella señora nos hizo una foto. Tomó aquella imagen porque vistas desde fuera, parecíamos una encantadora pareja consolidada. Seguro, que mientras estábamos en aquel adorable callejón, mientras yo tomaba unas fotos a los stencils de la pared y tú me obserbavas apoyada en aquel coche, nadie imaginó que yo, casi había atravesado el país para encerrarme en un hotel contigo. Nos besamos apoyadas en el cristal de aquel viejo coche y bajamos aquella pequeña calle de adoquines, abrazadas... descartando la posibilidad de parar en cualquier bar en pro de volver a nuestra guarida. Sí, pensarían que íbamos a casa, que éramos dos chicas monas que se profesaban amor, que paseaban apacibles por las calles de la ciudad y volvian a su hogar, uno lleno de libros, de cuadros pitando por tí, de fotografías mías, con una enorme cama con mosquitera blanca y donde a la hora de la cena siempre sonaba el jazz.

También yo me he quedado con tu olor, con el lunar cercano a tu axila, con tu lengua, que ante la timidez, asoma por la comisura derecha de tus labios. Con los tirabuzones de tu nuca, con tu movimiento pausado, como el de aquel ciervo moteado que con sigilo, alza el cuello husmeando el aire en busca de su presa.
Tu respiración trás mi espalda al dormir, profunda, acompasada, guió mi sueño..., a mí, que no me gusta soñar, y sin embargo, hay días que no hago otra cosa más que decorar la nube en la que vivo, y que sí, está llena de señores que lucen un calcetín de Mafalda y que me recuerdan que 25 horas no son nada, y sin embargo en el mundo pirata, pueden ser mucho más de lo que tienen muchas personas, unidas por pares, a lo largo de su vida.

Pero, no intimemos no...
Que lo nuestro, sin duda, es follar.

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