Creo que nunca deseé algo con tanta fuerza como volver a casa por unos días, a esa donde en invierno siempre suena el jazz y donde se improvisan bailes de a dos en la cocina. Encontrarte junto a la chimenea leyendo, probablemente a algún autor inglés, y tomando tranquila, sorbos delicados de una taza de chocolate caliente. Sorprenderte a tus espaldas con el regalo que te llevo, aquel que nunca pude hacerte porque siempre tuve dinero para comprarte otras cosas sin valor. Ahora te llevo fotografías, una historia que he compuesto para ti con todas esas imágenes que estaban en un viejo bolso encima del armario de la casa del campo del abuelo, y que me traje a escondidas, cuando yo creí que metía mi vida en el maletero de mi coche hace tres meses.
He vendido dos fotografías en una exposición que hice en un bar de la ciudad en la que vivo. Con el dinero, he comprado unos vinilos para que suenen en casa en Navidad. Ya sabes que a él siempre le gustaron más los sonidos que vienen de la aguja. Con lo que me sobró, me compré un cuadro para el salón de mi nueva casa. Es el cartel de la película "Blow Up", esa que a ti te resultó "ab-so-lo-ta-mente-te-dio-sa, y con la que yo tengo una especial relación, más de odio que de amor. También me dio para un par de botellas etiqueta negra de Johnnie Walker; el frío lo llevo fatal, y a mí el chocolate caliente, discúlpame, sí que me resulta tedioso. No sabes cuánto.
¿Sabes qué extraño? Los silbidos. Aquí la gente no silba por la calle ¿Lo puedes creer? No fue hasta hace poco hasta que me di cuenta de su ausencia; cuando paseaba por las calles notaba que faltaba algo (también que sobraba) pero yo no sabía el qué.
Me encantaría tumbarme en el sillón de pensar y ajustarme los cascos, tú me traerías una de esas rosquillas que siempre haces por estas fechas y me preguntarías por el sabor de la canela. Me quedaría dormida y al despertar, me descubriría arropada por esa mantita gris que te traje de mi primer viaje a Francia. Siempre es él quien me arropa y me quita el libro de las manos. Siempre lo hizo. Nunca nadie me lo dijo, pero yo lo sé. Luego, veríamos una de esas películas antiguas que tanto te gustan y con las que yo ligeramente discrepo, pero que en casa siempre se vuelven enormes, quizá por el calor del hogar, por la botella de Courvoisier y las rosquillas de canela, o quizá sólo sea, porque siempre me acaricias la espalda y me dices todas esas cosas sin hablar cuando me tumbo a tu lado.
viernes, 4 de diciembre de 2009
domingo, 25 de octubre de 2009
Alice Liddell
Cuando en 1856 Carroll compra su equipo fotográfico tiene 24 años y la fotografía sólo 17. Este instrumento de generación de imagenes le debío de parecer una caja de las maravillas, era otro medio que se ofrecía a su ingenio más alla de la matemática, de la escritura y de la poesia para poder poner en práctica la irregularidad de una fantasía libre de la austeridad de la filosofía británia.
Alice Liddell, de 10 años, posa malhumorada, disfrazada de pequeña mendiga. Será famoso su nombre y será famosa esta imagen, por algunos considerada la más hermosa fotografía de una niña de la historia, mientras en el otro extremo, está quien ve en ella una profanación de la infancia.
En una soleada mañana de Julio, la pequeña Alice, durante un paseo en barca, le pide que le cuente un cuento y él esboza una historia fantástica que se transformará en uno de los libros más celebres de la literatura inglesa. Alicia en el país de las maravillas, que no enseña ninguna moraleja, sólo la libertad de la fantasía, el humor y el gusto por la paradojas. La importancia de un renovado y genuino estupor por la existencia. Decía Marguerite Duras: ¨Las obras maestras del mundo deberían ser encontradas por los niños en los cubos de basura y deberían ser leídas a escondidas, a escondidas de los padres y maestros¨. Y seguramente Carrol no pensaba muy distinto.
sábado, 10 de octubre de 2009
Venice Beach. Santa Monica, 1968
Así empiezan los conciertos y las revoluciones, levantando un brazo, liberando en el primer acorde sueños y energía. Y así empieza, con esa pose que parece de danza, con ese pelo que se contonea en el aire, con esa espalda sin el corte del sujetador, una de las fotografías más famosas de la historia norteamericana. La fecha y el lugar son ya una novela: Venice Beach, Santa Monica, 1968, la tierra de los beats y de los hippies. Aquí han dado sus primeros pasos los Doors de Jim Morrison y aquí, en uno de los veranos más calientes del siglo, Dennis Stock retrató a los nuevos pioneros de la cultura estadounidense, como si la conquista del Oeste y la fiebre del oro en California no hubieran terminado nunca. En el escenario de un concierto de rock, miles de jóvenes se dan cita para cambiar el mundo y reafirmar su derecho a vivir una personalísima, pacífica, tolerante y sexualmente libre versión del American Dream. Hay sitio para todos en esta playa, que no parece ser la última, sino la primera de una nueva época. Para Dennis Stock, desde siempre sensible a los agudos del individualismo, musicales y cinematográficos, es un momento de felicidad. Después de los retratos a los grandes del jazz, después del homenaje a las estrellas de Hollywood, de Marilyn a Audrey Hepburn, después de la amistad con James Dean y aquellas imágenes que retratan al divo en el plató de su infancia, en el campo, y solo por las calles de Nueva York, el fotógrafo siente en el aire, en ese viento que desgreña el pelo de la muchacha, la llegada de una nueva era; una era de emancipación, libertad y cambio. Y la hace suya.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Estados febriles
"Tengo fiebre"
Estas dos palabras marcan el giro definitivo en la relación entre dos personas.
Sí, ya me ha pasado otras veces y a estas alturas no tengo dudas. La fiebre enternece. También nos hace vulnerables. No la nuestra, la del otro. Así que, resignada, me recuesto a tu lado durante dos días con sus noches con una selección de capítulos de libros para leerte mientras tú agarras mi mano.¿Alguien sabe de algo que nos acerque más al otro que leerle mientras está enredado en todo lo que envuelve al estado febril?
Cuando te leí sobre Gertrude Stein y la generación perdida, y de cómo, su casa de París, se convirtió a principios de siglo en el centro de reunión de pintores vanguardistas, y de escritores norteamericanos como Hemingway, Dos Passos o Francis Scott Fitzgerald que fueron a Europa en busca de un refugio cultural más habitable, me miraste y preguntaste si nuestra casa sería igual. "Seguro que si", contesté yo. Y añadí una palabra cariñosa, que prometo guardar en el baul de mis miedos, hasta que el sudor vuelva a asomar por tu frente.
Maldita fiebre y maldita generación perdida.
Estas dos palabras marcan el giro definitivo en la relación entre dos personas.
Sí, ya me ha pasado otras veces y a estas alturas no tengo dudas. La fiebre enternece. También nos hace vulnerables. No la nuestra, la del otro. Así que, resignada, me recuesto a tu lado durante dos días con sus noches con una selección de capítulos de libros para leerte mientras tú agarras mi mano.¿Alguien sabe de algo que nos acerque más al otro que leerle mientras está enredado en todo lo que envuelve al estado febril?
Cuando te leí sobre Gertrude Stein y la generación perdida, y de cómo, su casa de París, se convirtió a principios de siglo en el centro de reunión de pintores vanguardistas, y de escritores norteamericanos como Hemingway, Dos Passos o Francis Scott Fitzgerald que fueron a Europa en busca de un refugio cultural más habitable, me miraste y preguntaste si nuestra casa sería igual. "Seguro que si", contesté yo. Y añadí una palabra cariñosa, que prometo guardar en el baul de mis miedos, hasta que el sudor vuelva a asomar por tu frente.
Maldita fiebre y maldita generación perdida.
jueves, 23 de julio de 2009
Ya no duermo en moteles
"Las fulanas lo hacemos a oscuras" Esta frase, con la que en absoluto estoy de acuerdo, es la culpable de que el 00:00 que a intervalos vestía de verde mi habitacíon, se deje cubrir cada noche por un jersey a rayas azul y blanco, mientras yo, desde la cama, observo el ritual con la estúpida sonrisa de la derrota.
viernes, 17 de julio de 2009
martes, 30 de junio de 2009
Eivissa
San Francisco, Katmandú, Goa, Amsterdam e Ibiza configuraban, entonces, la ruta obligatoria para unos personajes variopintos, llenos de una nueva alegría de vivir, personalidad y belleza interna. Locos inadaptados buscando otra alternativa de vida. Aprendiendo a sobrevivir, casi sin dinero, en marcos auténticos donde poder recuperar folklores, costumbres y estéticas del pasado y recomponer así sus sentiemientos rotos como protesta y revulsivo a un progreso erróneo. Nadie llevaba reloj, no se leían periódicos ni se veía la televisión. Nadie conocía el apellido de nadie. Nadie aspiraba a ser rico, poderoso o popular. Nadie vestía convencionalmente. Todos hacían de su inmadurez un estandarte y llenos de la especial energía telúrica de esta maravillosa isla, deseaban fundirse con la naturaleza en su estado más primitivo.
En Ibiza vivía una legión cosmopolita que, como Peter Pan, se negaba a aceptar la madurez. Profesando una inconsciente e infinita fe en el presente, como si aquel elitista y fantasioso sistema de vida, que configuraba la última utopía del siglo XX, se pudiese haber mantenido eternamente.
Era la explosión del amor libre y los alucinógenos, un momento de efervescencia para unas ovejas negras que consumían respetuosamente las drogas y los cuerpos como si fueran sacramentos. Personalidades con mentalidad libre experimentando con las posibilidades del cuerpo y el cerebro.
Ibiza debe un monumento a aquellos hippies, que, respetándola y preservándola, la promocionaron internacionalmente y una denuncia a los egoístas que los expulsaron y convirtieron, sin visión de futuro, gran parte del litoral ibicenco en un muro de cemento que insulta al Mediterraneo.
En Ibiza vivía una legión cosmopolita que, como Peter Pan, se negaba a aceptar la madurez. Profesando una inconsciente e infinita fe en el presente, como si aquel elitista y fantasioso sistema de vida, que configuraba la última utopía del siglo XX, se pudiese haber mantenido eternamente.
Era la explosión del amor libre y los alucinógenos, un momento de efervescencia para unas ovejas negras que consumían respetuosamente las drogas y los cuerpos como si fueran sacramentos. Personalidades con mentalidad libre experimentando con las posibilidades del cuerpo y el cerebro.
Ibiza debe un monumento a aquellos hippies, que, respetándola y preservándola, la promocionaron internacionalmente y una denuncia a los egoístas que los expulsaron y convirtieron, sin visión de futuro, gran parte del litoral ibicenco en un muro de cemento que insulta al Mediterraneo.
miércoles, 24 de junio de 2009
I'm Free
El primer día del resto de tu vida comienza con un carta de despido y una suculenta cifra encima de la mesa. Muchos se tirarían de los pelos. Yo, me voy un mes (o dos) a una isla perdida en medio del Caribe, a decidir en que lugar de España empiezo el resto de mi vida.
Como ninguna de mis lectoras silenciosas me deseará suerte, ya lo hago por ellas.
Buena suerte, maldita hedonista.
Como ninguna de mis lectoras silenciosas me deseará suerte, ya lo hago por ellas.
Buena suerte, maldita hedonista.
lunes, 22 de junio de 2009
La hirviente Lousiana
El calor sofocante me despierta. Abro los ojos despacio y mis párpados vuelven a caer pesados. Los entreabro, veo difuso un ventilador de aspas de madera que cuelga del techo. Da vueltas sin cesar, atravesando los rayos del un Sol sentado en el atardecer. Mueve el aire y desordena cada uno de tus lunares que salieron de mi boca hace apenas unas horas. Sigo los círculos que trazan las aspas con mi dedo y voy contando vueltas. Una, dos, tres, cuatro... Una melodía se cuela por debajo de la puerta de la habitación, te imagino balanceándote en el columpio del porche con el vestido de lino a cuadros rojos y blancos. Huele a limón recién cortado, estoy segura que de un momento a otro vas a aparecer con una jarra fría de limonada recién hecha. Imagino que estamos en Kentucky. Bendita imaginación la mía. En realidad, estamos en Lousiana, en la misma donde Paul Newman y Joanne Woodward rodaron "El largo y cálido verano".
lunes, 8 de junio de 2009
Uno más uno, tres.
Llevas la barriga y los muslos salpicados de pintura de colores. Estás descalza en tu estudio, blandiendo el aire a brochazos, goteando fotos mías que has pegado en papeles de periódico. Te has recogido el pelo y algunos mechones rebeldes danzan sueltos columpíandose sobre tus hombros.
Te observo tumbada desde el futón de la esquina. Cuando no te gusta el resultado final, lanzas por el aire la pieza, regando de color todo lo pilla a su paso. Si estuvieras algo más loca diría que eres la María Elena de Allen. Aunque ella no tiene esa cicatriz en la ceja a la que yo cada día puse un nombre distinto.
Resoplas, lanzas un grito enérgico,coges aire y vuelves a empezar. Y yo, mientras, repaso cardenales, sin saber muy bien cuantos de ellos son tuyos
Te observo tumbada desde el futón de la esquina. Cuando no te gusta el resultado final, lanzas por el aire la pieza, regando de color todo lo pilla a su paso. Si estuvieras algo más loca diría que eres la María Elena de Allen. Aunque ella no tiene esa cicatriz en la ceja a la que yo cada día puse un nombre distinto.
Resoplas, lanzas un grito enérgico,coges aire y vuelves a empezar. Y yo, mientras, repaso cardenales, sin saber muy bien cuantos de ellos son tuyos
martes, 2 de junio de 2009
25 hours
Desde bien pequeña declaré la guerra a la razón e inicié un camino alentado por mis visceras. Realmente no me ha ido mal del todo; quizá sea verdad que algunos poseemos un instinto especial, que nos conduce, reconduce y nos guía. No lo sé. Tampoco me importa. Soy jodidamente felíz con mis suicidios cotidianos.
Sé por qué aquella señora nos hizo una foto. Tomó aquella imagen porque vistas desde fuera, parecíamos una encantadora pareja consolidada. Seguro, que mientras estábamos en aquel adorable callejón, mientras yo tomaba unas fotos a los stencils de la pared y tú me obserbavas apoyada en aquel coche, nadie imaginó que yo, casi había atravesado el país para encerrarme en un hotel contigo. Nos besamos apoyadas en el cristal de aquel viejo coche y bajamos aquella pequeña calle de adoquines, abrazadas... descartando la posibilidad de parar en cualquier bar en pro de volver a nuestra guarida. Sí, pensarían que íbamos a casa, que éramos dos chicas monas que se profesaban amor, que paseaban apacibles por las calles de la ciudad y volvian a su hogar, uno lleno de libros, de cuadros pitando por tí, de fotografías mías, con una enorme cama con mosquitera blanca y donde a la hora de la cena siempre sonaba el jazz.
También yo me he quedado con tu olor, con el lunar cercano a tu axila, con tu lengua, que ante la timidez, asoma por la comisura derecha de tus labios. Con los tirabuzones de tu nuca, con tu movimiento pausado, como el de aquel ciervo moteado que con sigilo, alza el cuello husmeando el aire en busca de su presa.
Tu respiración trás mi espalda al dormir, profunda, acompasada, guió mi sueño..., a mí, que no me gusta soñar, y sin embargo, hay días que no hago otra cosa más que decorar la nube en la que vivo, y que sí, está llena de señores que lucen un calcetín de Mafalda y que me recuerdan que 25 horas no son nada, y sin embargo en el mundo pirata, pueden ser mucho más de lo que tienen muchas personas, unidas por pares, a lo largo de su vida.
Pero, no intimemos no...
Que lo nuestro, sin duda, es follar.
domingo, 31 de mayo de 2009
Aves de paso
A las flores de un día,
que no duraban,
que no dolían,
que te besaban,
que se perdían.
Damas de noche,
que en el asiento de atrás de un coche,
no preguntaban si las querías.
Aves de paso,
como pañuelos cura-fracasos.
que no duraban,
que no dolían,
que te besaban,
que se perdían.
Damas de noche,
que en el asiento de atrás de un coche,
no preguntaban si las querías.
Aves de paso,
como pañuelos cura-fracasos.
jueves, 21 de mayo de 2009
Mi querida Marguerite...
Los cínicos y los moralistas están de acuerdo en incluir las voluptuosidades del amor entre los goces llamados groseros, entre el placer de beber y el de comer, y a la vez, puesto que están seguros de que podemos pasarnos sin ellas, las declaran menos indispensables que aquellos goces. De un moralista espero cualquier cosa, pero me asombra que un cínico pueda engañarse así. Pongamos que unos y otros temen a sus demonios, ya sea porque luchan contra ellos o se abandonan, y que tratan de rebajar su placer buscando privarlo de su fuerza casi terrible ante la cual sucumben, y de su extraño misterio en el que se pierden.
Creeré en esa asimilación del amor a los goces puramente físicos (suponiendo que existan como tales) el día en que haya visto a un gastrónomo llorar de deleite ante su plato favorito, como un amante sobre un hombro juvenil.
De todos nuestros juegos, es el único que amenaza trastornar el alma, y el único donde el jugador se abandona por fuerza al delirio del cuerpo. No es indispensable que el bebedor abdique de su razón, pero el amante que conserva la suya no obedece del todo a su dios. La abstinencia o el exceso comprometen al hombre solo; pero salvo en el caso de Diógenes, cuyas limitaciones y cuya razonable aceptación de lo peor se advierten por sí mismas, todo movimiento sensual nos pone en presencia del Otro, nos implica en las exigencias y las servidumbres de la elección.
No sé de nada donde el hombre se resuelva por razones más simples y más ineluctables, donde el objeto elegido sea pesado con más exactitud en su peso bruto de delicias, donde el buscador de verdades tenga mayor probabilidad de juzgar la criatura desnuda. Partiendo de un despojamiento que iguala el de la muerte, de una humildad que excede la de la derrota y la plegaria, me maravillo de ver restablecerse cada vez la complejidad de las negativas, las responsabilidades, los dones, las tristes confesiones, las frágiles mentiras, los apasionados compromisos entre mis placeres y los del Otro, tantos vínculos irrompibles y que sin embargo se desatan tan pronto.
El juego misterioso que va del amor a un cuerpo al amor de una persona me ha parecido lo bastante bello como para consagrarle parte de mi vida. Las palabras engañan, puesto que la palabra placer abarca realidades contradictorias, comporta a la vez las nociones de tibieza, dulzura, intimidad de los cuerpos, y las de violencia, agonía y grito.
Memorias de Adriano. Marguerite Yourcenar
miércoles, 20 de mayo de 2009
El filtro de censura del pensamiento
Creemos que al soñar perdemos un tercio de nuestra vida.
Y nos equivocamos.
Y nos equivocamos.
domingo, 17 de mayo de 2009
jueves, 14 de mayo de 2009
¿Cuenca existe?
Es un habitación grande, de paredes blancas adornadas con fotografías en blanco y negro tomadas por Ronny Jaques. Billie Holiday nos guiña un ojo desde la pared que justo tenemos enfrente, y, que a diferencia de las demás, luce de un rojo tostado, posiblemente, para hacer el ambiente más cálido. Hemos bajado las luces, el humo de dos varitas de incienso Nag Champa bailotea en el aire bajo los acordes de "Wish U Were here". Hay dos candelabros en el suelo y dieciseis velas encendidas que tiritan desde diferentes puntos de la habitación. Catorce son blancas. Rojas, sólo hay dos.
La cama es enorme y está llena de almohadones de diferente colores cálidos y otoñales. Estoy sentada justo detrás tuya; con mis piernas abrazo tu cintura, mis brazos te rodean y juguetean con tus pechos mientras mi lengua dibuja círculos en tu nuca. Aparto tu pelo, te beso detrás de la oreja, mordisqueo tu cuello y con un dedo voy redibujando tus labios mientras tú intentas atraparlo con tu boca. Sigues de espaldas a mí y te arqueas hacia atrás apoyando tu cabeza en mi hombro. Alzas los brazos y tus manos se enmarañan con mi pelo. Ahora puedo besar tu garganta mientras tus susurros, tus suspiros y tu respiración acompasada, se pierde en mi oído izquierdo. Tu labios juguetean con mi lóbulo, mi mano derecha se entretiene redondeando tus pezones y la izquierda, impaciente, desciende por tu tripa, y mientras mis rodillas abren tus piernas, se cuela entre tus muslos. Aún llevas algo de ropa, te acaricio por encima de ella y cuando ya no puedo más, y cuando ya no puedes más, me doy la vuelta. Me situo frente a ti y comienzas a besarme mientras me recojo el pelo. Me ayudas a desprenderte del pequeño trozo de algodón que te cubre y comienzo a descender desde tu ombligo, del que me despido con seis besos...
La cama es enorme y está llena de almohadones de diferente colores cálidos y otoñales. Estoy sentada justo detrás tuya; con mis piernas abrazo tu cintura, mis brazos te rodean y juguetean con tus pechos mientras mi lengua dibuja círculos en tu nuca. Aparto tu pelo, te beso detrás de la oreja, mordisqueo tu cuello y con un dedo voy redibujando tus labios mientras tú intentas atraparlo con tu boca. Sigues de espaldas a mí y te arqueas hacia atrás apoyando tu cabeza en mi hombro. Alzas los brazos y tus manos se enmarañan con mi pelo. Ahora puedo besar tu garganta mientras tus susurros, tus suspiros y tu respiración acompasada, se pierde en mi oído izquierdo. Tu labios juguetean con mi lóbulo, mi mano derecha se entretiene redondeando tus pezones y la izquierda, impaciente, desciende por tu tripa, y mientras mis rodillas abren tus piernas, se cuela entre tus muslos. Aún llevas algo de ropa, te acaricio por encima de ella y cuando ya no puedo más, y cuando ya no puedes más, me doy la vuelta. Me situo frente a ti y comienzas a besarme mientras me recojo el pelo. Me ayudas a desprenderte del pequeño trozo de algodón que te cubre y comienzo a descender desde tu ombligo, del que me despido con seis besos...
lunes, 4 de mayo de 2009
Adivinanzas
Te dije que terminarías recogiéndote el pelo para mí, y ni tu inocencia ni tú, entendisteis el por qué. Satisfecha tu duda y resueltos mis placeres, puedes volver a soltarlo
lunes, 27 de abril de 2009
Esto es Mitte y es Berlín; lo demás, apenas ensayos de la noche.
Avanza la noche y dos mujeres se besan a mitad de la calle sin que un dedo flamígero las señale; un hombre elegante pasa llorando por-quién-sabe-qué-cosa y nadie lo mira; por ahí una joven arrastra un radiador, tirando de él como si fuera un perro; un lector demorado hojea con aburrimiento y a la luz de un farol el Berliner Zeitung, y las bicicletas -que no los coches- cruzan y dibujan la geografía de Berlín como si fueran las flechas de una tribu de indios que ha declarado la guerra a un enemigo desconocido
Querer entender a Berlín es asumir una actitud que, como no sea al psiquiatra, no conduce a ningún sitio.
Mejor es dejarse llevar por la mano de una ciudad bizarra que vestida de neón no defrauda a nadie. Por ahí, en algún sitio -de nada sirve dudarlo- hay una mujer otoñal que bailando espera la llegada de su Humphrey Bogart; o un Humphrey Bogart que, harto de sí mismo, desea que a sus espaldas, entre sudor, humo de cigarrillo y alcohol metabolizado, aparezca Ingrid Bergman para redimirlo ¿Siempre tendremos Berlín? No, Berlín nunca es para siempre.
Un violinista callejero hace sonar el Ave María de Schubert para despertar a Berlín y ganarse unas monedas, aunque bien es cierto que nadie ha dormido. El Nacht Bus va recogiendo a tantos seres tan dispares y distintos que bien podría tratarse de una versión postmoderna del Arca de Noé. Suben el punk y su pastor alemán que se dirigen hacia ningún sitio, pero siguen juntos y se les mira felices. Abordan las prostitutas, los indigentes, la pareja de adolescentes que quizá mañana despierten juntos sin haber intercambiado entre sí la contraseña de sus nombres. Más tarde un francés, un turco, un vendedor peruano, una italiana, un judío. Convoy de damnificados que, gracias al cielo, no se dirige a Auschwitz sino a casa, y recorre las calles de Berlín custodiado por la fragilidad de unos cuantos locos que pedalean invencibles por Mitte, Wedding, Prenzlauer Berg, Schöneberg, Kreuzberg, Tiergarten….
Es entonces que alguien saca de su bolso un papel amarillo que compró a el más mitológico de los animales modernos: un vendedor de poemas con sombrero a lo Rembrandt, chaqueta amarilla y tristeza en la mirada. Se ajusta los cascos y lee:
(...) ¡Qué exuberancia
en este loco mundo
sobre este barco bamboleante!
Pero así es la vida extrañamente bella
y me gustaría, como ayer
morir en un nuevo día,
el que ya me ilusiona,
cantando abrir mi hogar de flores y
jugar con todo lo que allí hay y llega
en el circo de la vida
variopinta.
Querer entender a Berlín es asumir una actitud que, como no sea al psiquiatra, no conduce a ningún sitio.
Mejor es dejarse llevar por la mano de una ciudad bizarra que vestida de neón no defrauda a nadie. Por ahí, en algún sitio -de nada sirve dudarlo- hay una mujer otoñal que bailando espera la llegada de su Humphrey Bogart; o un Humphrey Bogart que, harto de sí mismo, desea que a sus espaldas, entre sudor, humo de cigarrillo y alcohol metabolizado, aparezca Ingrid Bergman para redimirlo ¿Siempre tendremos Berlín? No, Berlín nunca es para siempre.
Un violinista callejero hace sonar el Ave María de Schubert para despertar a Berlín y ganarse unas monedas, aunque bien es cierto que nadie ha dormido. El Nacht Bus va recogiendo a tantos seres tan dispares y distintos que bien podría tratarse de una versión postmoderna del Arca de Noé. Suben el punk y su pastor alemán que se dirigen hacia ningún sitio, pero siguen juntos y se les mira felices. Abordan las prostitutas, los indigentes, la pareja de adolescentes que quizá mañana despierten juntos sin haber intercambiado entre sí la contraseña de sus nombres. Más tarde un francés, un turco, un vendedor peruano, una italiana, un judío. Convoy de damnificados que, gracias al cielo, no se dirige a Auschwitz sino a casa, y recorre las calles de Berlín custodiado por la fragilidad de unos cuantos locos que pedalean invencibles por Mitte, Wedding, Prenzlauer Berg, Schöneberg, Kreuzberg, Tiergarten….
Es entonces que alguien saca de su bolso un papel amarillo que compró a el más mitológico de los animales modernos: un vendedor de poemas con sombrero a lo Rembrandt, chaqueta amarilla y tristeza en la mirada. Se ajusta los cascos y lee:
(...) ¡Qué exuberancia
en este loco mundo
sobre este barco bamboleante!
Pero así es la vida extrañamente bella
y me gustaría, como ayer
morir en un nuevo día,
el que ya me ilusiona,
cantando abrir mi hogar de flores y
jugar con todo lo que allí hay y llega
en el circo de la vida
variopinta.
jueves, 16 de abril de 2009
lunes, 13 de abril de 2009
domingo, 5 de abril de 2009
La cornisa de las cosas imposibles
Malos tiempos para ser incoherente, impulsiva, espontánea. No es muy maduro eso de llevarse la contraria a una misma. No queda bien intuir en lugar de razonar. No parece inteligente tener corazonadas y sentir en consecuencia. Siempre aparece una Wendy Pan dispuesta a recordarte que igual Nunca Jamás valió la pena. Siempre hay una mirada condescendiente deseándote suerte... otra vez.
Pues yo me niego, oiga.
A todos aquellos que alguna vez se han dejado la piel por dejarse llevar, a todos los que mandaron su razón a la mierda y lo hicieron de todo corazón, a los que ya no encuentran porque se lo han buscado, a los que prefieren vivir de esta manera antes que irse muriendo de cualquier otra, a los que eligen desterrarse de toda estabilidad y exiliarse de cualquier cosa parecida a la comodidad. Hedonistas por encargo, suicidas a domicilio, inquietos por vocación.
Pues yo me niego, oiga.
A todos aquellos que alguna vez se han dejado la piel por dejarse llevar, a todos los que mandaron su razón a la mierda y lo hicieron de todo corazón, a los que ya no encuentran porque se lo han buscado, a los que prefieren vivir de esta manera antes que irse muriendo de cualquier otra, a los que eligen desterrarse de toda estabilidad y exiliarse de cualquier cosa parecida a la comodidad. Hedonistas por encargo, suicidas a domicilio, inquietos por vocación.
jueves, 2 de abril de 2009
miércoles, 1 de abril de 2009
La más guapa de la clase
Apareció por el salón con una botella de vino en la mano. Sonaba ésta canción, la bailaba mientras abría la botella con un sacacorchos y sostenía un cigarrillo entre sus labios. Podía pasarme horas observándola. Era insultantemente guapa.
No, definitivamente no se puede ser la más guapa de la clase cuando eres la profesora.
Conseguí robarle algunos besos y un libro de Chagall.
No, definitivamente no se puede ser la más guapa de la clase cuando eres la profesora.
Conseguí robarle algunos besos y un libro de Chagall.
domingo, 29 de marzo de 2009
De cinco a seis y cada 3x4
Solía pasar siempre a la misma hora.
Sus desgastados zapatos arrastraban por la acera tirando de un cuerpo estirado y robusto que dejaba escapar retazos de una fornida juventud. Sus manos, anudadas a la espalda, blanqueaban la calle con el humo de un cigarrillo negro a medio consumir. Siempre vestía un traje de chaqueta. Siempre el mismo. De un beige claro, gastado... oxidado y donde el lino había acogido sin rubor el paso del tiempo. La azotea de su cuerpo la coronaba un sombrero marrón que brindaba sombra a una tez oscura llena de surcos, y por donde alguna vez que otra, bajaba una gotita de sudor despistada que el atrapaba con un pañuelo solitario que sacaba del bolsillo de su chaqueta. El destello azul de unos ojos pequeños y escondidos dulcificaba su expresión. Y el, dulcificaba mis días.
Solía silbar una canción, lo cual para mi se traducía en una sutil felicidad que dejaba escapar de entre sus labios. Siempre silbaba la misma. La reconocí el primer día que la oí; mi despertar melómano coincidió con el descubirmiento de mi hermano del gran Sinatra , y por aquellos entonces, sus canciones solían subir en espiral por el hueco de la escalera de la casa de mis padres hasta mecerse en mis oídos. El siempre silbaba una de las de entonces y su rápido reconocimiento me hizo esbozar una sonrisa y despertar mi atención que ya siempre, y a esa hora, se centró en el.
Yo siempre lo esperaba en la puerta y a su paso, le daba los buenos días. El me regalaba una sonrisa y continuaba su camino hacia ningún lugar hasta que su silbido, el arrastrar de sus pies y sabe Dios qué más, se perdía calle abajo. A veces detenía sus pisadas en medio del paso de peatones, desanudaba sus brazos de la espalda y abrazaba a una mujer imaginaria con la que bailaba haciendo círculos las notas de su canción. La primera vez que lo vi de puntillas abrazando por la cintura al aire casi salgo corriendo a rellenar con mi cuerpo tan delicado vacío.
Una vez a su paso se detuvo ante mí y con una reverencia de la más digna de las princesas saco de su sombrero una margarita que sembró entre mis manos. Recolocó el sombrero en su desordenada cabeza con una serenidad enternecedora, y continuó su caminar sin destino. Yo le puse letra a los acordes silbados que ya comenzaban a flotar en el aire y le canté su canción. -Sos muy linda- me dijo, y me dedicó una sonrisa a la que acompaño la rubrica de unos pasos de su baile.
Me quedé observándole calle abajo con su margarita entre mis manos y al llegar a la altura del muro, aquel viejo adorable alzó la pierna para anudarse el cordón del zapato. Y mientras silbaba feliz y hacía la lazada, el pernil de su pantalón dejó adivinar un calcetín lleno de colores por donde asomaba la cara de Mafalda.
Después de un tiempo descubrí que más arriba de la calle había un centro psiquiátrico donde vivía mi viejo amigo, y que sus paseos correspondían a su la hora de recreo diaria. Estaba loco decían.
Y entonces yo, también deseé estarlo.
Sus desgastados zapatos arrastraban por la acera tirando de un cuerpo estirado y robusto que dejaba escapar retazos de una fornida juventud. Sus manos, anudadas a la espalda, blanqueaban la calle con el humo de un cigarrillo negro a medio consumir. Siempre vestía un traje de chaqueta. Siempre el mismo. De un beige claro, gastado... oxidado y donde el lino había acogido sin rubor el paso del tiempo. La azotea de su cuerpo la coronaba un sombrero marrón que brindaba sombra a una tez oscura llena de surcos, y por donde alguna vez que otra, bajaba una gotita de sudor despistada que el atrapaba con un pañuelo solitario que sacaba del bolsillo de su chaqueta. El destello azul de unos ojos pequeños y escondidos dulcificaba su expresión. Y el, dulcificaba mis días.
Solía silbar una canción, lo cual para mi se traducía en una sutil felicidad que dejaba escapar de entre sus labios. Siempre silbaba la misma. La reconocí el primer día que la oí; mi despertar melómano coincidió con el descubirmiento de mi hermano del gran Sinatra , y por aquellos entonces, sus canciones solían subir en espiral por el hueco de la escalera de la casa de mis padres hasta mecerse en mis oídos. El siempre silbaba una de las de entonces y su rápido reconocimiento me hizo esbozar una sonrisa y despertar mi atención que ya siempre, y a esa hora, se centró en el.
Yo siempre lo esperaba en la puerta y a su paso, le daba los buenos días. El me regalaba una sonrisa y continuaba su camino hacia ningún lugar hasta que su silbido, el arrastrar de sus pies y sabe Dios qué más, se perdía calle abajo. A veces detenía sus pisadas en medio del paso de peatones, desanudaba sus brazos de la espalda y abrazaba a una mujer imaginaria con la que bailaba haciendo círculos las notas de su canción. La primera vez que lo vi de puntillas abrazando por la cintura al aire casi salgo corriendo a rellenar con mi cuerpo tan delicado vacío.
Una vez a su paso se detuvo ante mí y con una reverencia de la más digna de las princesas saco de su sombrero una margarita que sembró entre mis manos. Recolocó el sombrero en su desordenada cabeza con una serenidad enternecedora, y continuó su caminar sin destino. Yo le puse letra a los acordes silbados que ya comenzaban a flotar en el aire y le canté su canción. -Sos muy linda- me dijo, y me dedicó una sonrisa a la que acompaño la rubrica de unos pasos de su baile.
Me quedé observándole calle abajo con su margarita entre mis manos y al llegar a la altura del muro, aquel viejo adorable alzó la pierna para anudarse el cordón del zapato. Y mientras silbaba feliz y hacía la lazada, el pernil de su pantalón dejó adivinar un calcetín lleno de colores por donde asomaba la cara de Mafalda.
Después de un tiempo descubrí que más arriba de la calle había un centro psiquiátrico donde vivía mi viejo amigo, y que sus paseos correspondían a su la hora de recreo diaria. Estaba loco decían.
Y entonces yo, también deseé estarlo.
domingo, 22 de marzo de 2009
sábado, 14 de marzo de 2009
...
Sé que son doce. Doce lunares franquean tu espalda. Yo siempre vuelvo a contarlos y ellos, desafiantes, orgullosos y soberbios me invitan a cogerte del pelo. Una vez más. Otra vez más.
A mi ese me parece un buen comienzo, aunque contigo, con tu espalda, tus lunares y cada una de tus constelaciones de pecas, los finales siempre me han gustado más.
Hoy la música la pones tú...
viernes, 6 de marzo de 2009
Louie Austen - Glamour Girl (Hotel Costes)
Jean-Louis Costes, propietario del famoso hotel parisino que lleva su apellido, ofrecía a finales de la década de los noventa a un joven Stephané Pompougnac tomar las riendas musicales del mencionado hotel. Convirtiéndose así en Dj residente, Pompugnac atrajo con sus personales sesiones, alejadas de pistas de bailes, a la clientela más sofisticada de París. La gente salía de allí sientiéndose el colmo de la modernidad.
En 1999 y ante las incesantes peticiones de la clientela de obtener copias de dichas sesiones, veía la luz el primer recopilario compilado por el joven Dj editado por la discográfica francesa Pschent. Su nombre Hotel Costes.
No soy partidaria de las recopilaciones. Pero considero que los Hotel Costes son una herramienta imprescindible para tener cierta idea de que se está componiendo en el panorama del electro-pop,nu-jazz, lounge, trip-hop, nu-soul...
Sofisticados, elegantes, delicados en la selección de los temas, exquisito en los remixes... ¡ADORO A LOS PUTOS HOTEL COSTES!
Hace dos veranos pinche este tema en un bar de tonos azulados en algún lugar cerca del mar. Una chica con un vaporoso vestido blanco lo bailo encima de una mesa y yo quise soltar los platos y bailarlo con ella. O junto a ella. O sobre ella. No sé bien..
En 1999 y ante las incesantes peticiones de la clientela de obtener copias de dichas sesiones, veía la luz el primer recopilario compilado por el joven Dj editado por la discográfica francesa Pschent. Su nombre Hotel Costes.
No soy partidaria de las recopilaciones. Pero considero que los Hotel Costes son una herramienta imprescindible para tener cierta idea de que se está componiendo en el panorama del electro-pop,nu-jazz, lounge, trip-hop, nu-soul...
Sofisticados, elegantes, delicados en la selección de los temas, exquisito en los remixes... ¡ADORO A LOS PUTOS HOTEL COSTES!
Hace dos veranos pinche este tema en un bar de tonos azulados en algún lugar cerca del mar. Una chica con un vaporoso vestido blanco lo bailo encima de una mesa y yo quise soltar los platos y bailarlo con ella. O junto a ella. O sobre ella. No sé bien..
lunes, 2 de marzo de 2009
jueves, 26 de febrero de 2009
Damien Rice - Crimes
martes, 24 de febrero de 2009
Goldfrapp - Ooh La La
¿Por qué cierras los ojos mientras te enjabonas el cuerpo?
Yo no estoy preparada para tanta ternura.
Switch me on, turn me up!!
Yo no estoy preparada para tanta ternura.
Switch me on, turn me up!!
jueves, 12 de febrero de 2009
Nicos - Passione (Siddharta)
Existen melodias que merecen un auténtico ritual. Esto es; unos buenos cascos, una luz tenue, anaranjada a ser posible, y unas varitas de Nag Champa. Sólo por citar alguno de ellos.
Os aseguro un viaje por los sentidos*
Y ahora me voy a la Lisboa de Pessoa, la de los tranvías amarillos y los cafés con fado. La de los restaurantes decimonónicos y las farolas color ocre.
Existen lugares que uno nunca debería perderse y suelen ser lo mismos a los que uno siempre desea volver.
Traere una post[al]
*La calidad de sonido del video es francamente mala, quizá las emociones se vean resentidas. Escuchar el original en el reproductor es...ay.
Os aseguro un viaje por los sentidos*
Y ahora me voy a la Lisboa de Pessoa, la de los tranvías amarillos y los cafés con fado. La de los restaurantes decimonónicos y las farolas color ocre.
Existen lugares que uno nunca debería perderse y suelen ser lo mismos a los que uno siempre desea volver.
Traere una post[al]
*La calidad de sonido del video es francamente mala, quizá las emociones se vean resentidas. Escuchar el original en el reproductor es...ay.
domingo, 8 de febrero de 2009
Músicos callejeros - Stand by Me
Cinco minutos para esbozar una sonrisa, para reconciliarse un poco con el planeta, para no desesperar ante tanta injusticia... Con la música como excusa para recorrer medio mundo con un mensaje de paz. De Sudáfrica a Barcelona, pasando por California y Pisa.
Detrás de esta aventura socio-musical se encuentra el proyecto 'Playing for change', coordinado por Mark Johnson, quien hace más de siete años decidió reunir a un grupo de colaboradores, coger un equipo de grabación móvil, una cámara y recorrer el mundo en busca de músicos callejeros.
El objetivo de toda esta iniciativa es dar oportunidades a quienes tratan de ganarse la vida desplegando su arte en la calle y mejorar, en la medida de lo posible, sus condiciones de vida. La música siempre ha sido un lenguaje universal y ellos quieren que este mensaje llegue a todos los rincones. A través de su fundación, ya han podido levantar la primera escuela de música de la Fundación Playing for Change en Sudáfrica. Y la música sigue sonando.
A veces me gustaría llevar sombrero. Para poder quitarmelo, claro.
Detrás de esta aventura socio-musical se encuentra el proyecto 'Playing for change', coordinado por Mark Johnson, quien hace más de siete años decidió reunir a un grupo de colaboradores, coger un equipo de grabación móvil, una cámara y recorrer el mundo en busca de músicos callejeros.
El objetivo de toda esta iniciativa es dar oportunidades a quienes tratan de ganarse la vida desplegando su arte en la calle y mejorar, en la medida de lo posible, sus condiciones de vida. La música siempre ha sido un lenguaje universal y ellos quieren que este mensaje llegue a todos los rincones. A través de su fundación, ya han podido levantar la primera escuela de música de la Fundación Playing for Change en Sudáfrica. Y la música sigue sonando.
A veces me gustaría llevar sombrero. Para poder quitarmelo, claro.
jueves, 5 de febrero de 2009
Adolf Busch plays Bach
Comenzó a tocar el violín y las cuerdas eran los nervios de su propio brazo...
lunes, 2 de febrero de 2009
Nancy Sinatra - Bang Bang
Estaba mirando directamente a los ojos, reclamando su tributo... ¡BANG BANG!
martes, 27 de enero de 2009
Billie Holiday With Coleman Hawkins - Fine And Mellow
Llueve. No es necesario asomarme a la ventana para saberlo. A veces, sé que llueve...así sin más. Lo noto, lo siento.
En mi casa, siempre sonó el Jazz en invierno. Trepaba por el hueco de la escalera que lleva hasta a mi habitación, como una emboscada excepcional de intervalos mudos y se metía por todos los rincones, nada que ver con el oído, activando unos resortes que yo, ni siquiera sabía que existian. Algunas veces el sonido venía acompañado de los olores que emanabn de los fogones. Bajaba hipnotizada, como si Hamelin hubiera depertado caprichoso para mi, y apoyada en el quicio de la puerta sonreía al encontrar a mis padres bailando en la cocina.
Llueve. Y algo me empuja hacia el salon. Rebusco entre los discos, paseo mis manos con cuidado por los cartones. Los acaricio, los observo con la emoción de quién ve nevar por primera vez. Sonrio al encontrar piezas olvidadas. Este es perfecto, si. Le dejo las motas de polvo en los surcos y me limito a brindarle el tímido y delicado soplido que aprendí de mi hermano. Él siempre lo hizo mejor; el pulso cuidadoso, el paño delicado, la despedida del aíre de sus labios. Cuando lo miro hacer su ritual siempre pienso que sería una bendición que alguien me soplara a mi así en la nuca.
Muy poco a poco dejo caer el diamante de la aguja en el carambano azulado encapuchado de música, me ajusto los cascos, me tumbo en el sillón de pensar y cierro lo ojos.
Es invierno y llueve. La nostalgia tiene nombre y suena así:
En mi casa, siempre sonó el Jazz en invierno. Trepaba por el hueco de la escalera que lleva hasta a mi habitación, como una emboscada excepcional de intervalos mudos y se metía por todos los rincones, nada que ver con el oído, activando unos resortes que yo, ni siquiera sabía que existian. Algunas veces el sonido venía acompañado de los olores que emanabn de los fogones. Bajaba hipnotizada, como si Hamelin hubiera depertado caprichoso para mi, y apoyada en el quicio de la puerta sonreía al encontrar a mis padres bailando en la cocina.
Llueve. Y algo me empuja hacia el salon. Rebusco entre los discos, paseo mis manos con cuidado por los cartones. Los acaricio, los observo con la emoción de quién ve nevar por primera vez. Sonrio al encontrar piezas olvidadas. Este es perfecto, si. Le dejo las motas de polvo en los surcos y me limito a brindarle el tímido y delicado soplido que aprendí de mi hermano. Él siempre lo hizo mejor; el pulso cuidadoso, el paño delicado, la despedida del aíre de sus labios. Cuando lo miro hacer su ritual siempre pienso que sería una bendición que alguien me soplara a mi así en la nuca.
Muy poco a poco dejo caer el diamante de la aguja en el carambano azulado encapuchado de música, me ajusto los cascos, me tumbo en el sillón de pensar y cierro lo ojos.
Es invierno y llueve. La nostalgia tiene nombre y suena así:
lunes, 19 de enero de 2009
Ay...
Bossasonic: The Cardigans - Carnival
Hoy no soy yo quién asocia un determinado momento con una canción.
Bossasonic describe "Cluf Life" como la idea de crear un proyecto musical que sonase, literalmente, a fiesta de verano. Y han dado justo en el centro de la diana.
"Club Life" rezuma verano en cada tema. En concreto, el tema que extraigo, no puede ser mas Martíni, más terrecita con ánimo chill.
Yo y mis pájaros lo elegiriamos para iniciar los preparativos de una fiesta, sí, de esas con bombillitas blancas alrededor de los árboles y cocktail junto a la piscina.
Y ya se que es invierno, pero hoy en mi jaula, amaneció soleado.
I will neeever knooow…
cause you will never shoooow...
Bossasonic describe "Cluf Life" como la idea de crear un proyecto musical que sonase, literalmente, a fiesta de verano. Y han dado justo en el centro de la diana.
"Club Life" rezuma verano en cada tema. En concreto, el tema que extraigo, no puede ser mas Martíni, más terrecita con ánimo chill.
Yo y mis pájaros lo elegiriamos para iniciar los preparativos de una fiesta, sí, de esas con bombillitas blancas alrededor de los árboles y cocktail junto a la piscina.
Y ya se que es invierno, pero hoy en mi jaula, amaneció soleado.
I will neeever knooow…
cause you will never shoooow...
miércoles, 14 de enero de 2009
lunes, 12 de enero de 2009
Joe Cocker - With a Little Help From My Friends (Woodstock)
Durante tres días del mes de Agosto de 1969, a pesar de las lluvias, el barro y las instalaciones insuficientes, más de 400.000 personas se abarrotaron en un encuentro que pasaría a la historia. Woodstock se convirtió en el icono de una generación de norteamericanos hastiada de las guerras y que pregonaba la paz y el amor como forma de vida (paz y amor aliñados, por otra parte) y mostraban su rechazo al sistema.
Quizá, y solo digo quizá, todo tiempo pasado fue mejor.
Y ahora, fumemos, ¡coño!
Quizá, y solo digo quizá, todo tiempo pasado fue mejor.
Y ahora, fumemos, ¡coño!
domingo, 11 de enero de 2009
Patsy Cline - Crazy
Para ver como cae la nieve trás los cristales [con una taza de café en la mano] mientras tú lees junto a la chimenea.
sábado, 10 de enero de 2009
Kate Moss - Oh My Diosa
Querida Kate:
Si tú supieras la de cosas que podríamos hacer juntas las dos...En tu casa, en la mia, en algun baño perdído de Edimburgo, en un local de ensayo cualquiera..¿Qué mas da donde? Lo que importa es el ¿cuando?
Bendita seas, reina.
*El grupo es The White Stripes.
Si tú supieras la de cosas que podríamos hacer juntas las dos...En tu casa, en la mia, en algun baño perdído de Edimburgo, en un local de ensayo cualquiera..¿Qué mas da donde? Lo que importa es el ¿cuando?
Bendita seas, reina.
*El grupo es The White Stripes.
viernes, 9 de enero de 2009
sábado, 3 de enero de 2009
Nina Simone - My baby just cares for me
Para haberte sacado a bailar despues de cenar en aquel restaurante tan jodidamente caro.
Sugarush Beat Company - L.O.V.E
Para poner morritos. También es perfecta para desplazarse en coche de una bar a otro. ¿Qué por qué? Pues no lo se... Pero seduce.
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